jueves, 16 de diciembre de 2010

TODO FUE NADA (Nieves Herrero)


Este libro llegó a mis manos por un error. Había leido unos párrafos de otro libro de la misma autora y me gustaron así que decidí encargarlo en la libreria a la que suelo ir. Acudí a recoger el libro el día acordado, estaba deseando empezar con su lectura, pero cuando me lo entregaron ví que se habían confundido, ese no era el libro. Me supo mal por la mujer, y como era de la misma autora, decidí quedármelo haciendo tiempo hasta que llegase el otro libro.
¿Y saben? Me alegro de ese error, porque me he sentido identificada. Ha sido como ver mi vida desde fuera, como espectadora.
¿Si me gustó? Sólo diré que me lo leí en una sola noche, no pude dejar de leer hasta terminarlo. Como dice Nieves Herrero, es un libro que tiene vida y que le puede pasar a cualquiera.
Aquí copio algunos de esos párrafos, espero os anime a comprarlo y leerlo.





...He sido una cobarde porque cuando descubrí el amor de verdad, no fui capaz de retenerlo y pelear por el. Llegué a tocar el cielo con mis manos pero decidí quedarme con el infierno de la ausencia. Hace unos años tomé una decisión y nunca supe si fue la correcta. Lo que si sé es que renuncié a la felicidad.

Los únicos momentos de luz y el motor para seguir viviendo han sido los tuyos.
Me hacían olvidar que mi corazón estaba en otro lugar y junto a otra persona de la que nunca te he hablado. He tocado el cielo, y quiero que tú consigas alcanzarlo y zambullirte en él como yo no he sabido hacer.

No creas que estoy triste. He conseguido saber lo que es el sentir amor. Verdadero amor. Estoy segura de que muchas personas llegan al final de sus días sin saber ni tan siquiera lo que es.
Tomé la decisión más dura, pero también la más fácil socialmente: renuncié al amor y me abracé a mi imagen de mujer fiel y abnegada. Me convencí a mi misma de que era lo correcto. Fui una cobarde…

…te preguntarás porque no menciono a tu padre. No me atrevo. Me siento mal. Se que el me ha querido siempre a su manera, sin grandes expresiones de amor, sin palabras, sin pasión. El es así. Un buen hombre, un buen padre. No puedo decir lo contrario. Pero yo no me sentía feliz. Me faltaba algo. Estaba sumida en una profunda soledad.

La soledad en compañía es terrible. Yo la llegué a sentir muy dentro. Tenía un gran vacío en mi interior. La sensación de estar enterrada en vida. Sabía lo que iba a ocurrir al día siguiente, al otro, un mes después y si me apuras, siempre. Me atormentaba el hecho de que la vida pasara muy deprisa y yo no supiera bajarme en marcha de ese ritmo monótono y cansino. Tenía que escapar de alguna manera. Pero no sabía cómo.

Un día sin yo buscarlo, surgió el milagro. Algo que yo daba por perdido en mi existencia ocurrió. Fue probablemente su sonrisa o quizás sus ojos o aquel beso robado que cambió el curso de mi vida. No lo sé. El caso es que empecé a sentir que la sangre fluía por mis venas, que el sol lo iluminaba todo, que los árboles se movían al son de la música y que hasta las noches tenían sentido…

…comienzo a escribir llena de ilusiones. Pensé que la vida no me iba a proporcionar ninguna sorpresa, pero me equivoqué por completo. Tengo necesidad de gritar a los cuatro vientos que cuando me miró a los ojos se produjo en mi interior algo parecido a un terremoto. ¡Estoy viva! ¡Estoy viva!
No pensé que volvería a sentir mi pulso acelerado. He conocido a un hombre muy especial. Tan sólo he compartido unas horas con él. No sé como describirlo. No es un hombre corriente. Me resulta muy atractivo. Posee una de las miradas mas atrayentes que he visto en mi vida. Al hablar, clavó su mirada en la mía. ¡Fue un instante irrepetible! Se acercó a mí, todavía no sé muy bien por qué…

…según volvía a casa no podía olvidar su voz profunda, sus ojos, como dos imanes pendientes de los míos, su sonrisa sensual y sus manos, que tenían electricidad…

…este encuentro me ha devuelto la ilusión pero, a la vez, me ha trastocado la vida. Ahora tengo curiosidad por todo lo relacionado con él…

…tengo que hacer un esfuerzo para borrarlo. Me da miedo, vértigo mi comportamiento. ¿Qué me está pasando? Yo nunca he sentido esto por X. ¿Cómo explicarlo? Mi marido y mis hijos son lo primero, les quiero con el alma. No deseo perderles, por supuesto. Solamente siento una enorme curiosidad por ver qué pasa si le vuelvo a ver. Nadie me ha mirado como él, ni X cuando éramos novios. Me acuerdo constantemente de su mirada y de su sonrisa. ¿Por qué me tiene que pasar esto justo ahora? Yo estaba bien con mi trabajo, con mi vida. Y, de repente, se tambalea todo por algo que no existe. Desconozco su personalidad y qué piensa de asuntos fundamentales, ni tan siquiera sé si lo admiro. Es algo mucho más primitivo que todo eso. Me atrae como si fuéramos polos opuestos. Un beso suyo derrumbaría mi mundo pero, a la vez, deseo que ocurra.
Tengo la impresión de que me estoy metiendo en un terreno pantanoso…

… ¿Por qué no me llama? ¡Me estoy volviendo loca!...

… Estoy un poco más tranquila. He procurado olvidar el encuentro con Z. Es lo mejor para todos. No tiene sentido que me ilusione y me pierda en un sueño inexistente. Sinceramente no entiendo qué me pasa. Saludo a un hombre y ya me pierdo en un mundo de sensaciones que creía muertas. Su forma de mirarme a los ojos y sus manos cuando cogieron la mía han despertado en mí un volcán que estaba apagado. Tampoco recuerdo si alguna vez ha estado en erupción. Mi relación con X siempre ha sido desde la serenidad, el respeto, el cariño. La afinidad de pensamiento. Dicen que son los pilares auténticos sobre los que se tiene que basar una relación.
Yo no quiero complicarme la vida. Estoy contenta de que no me haya llamado X porque el tiempo pone las cosas en su sitio. La verdad es que me río por no llorar, al analizar mi reacción de colegiala ante un hombre atractivo que me mira a los ojos.

Creo que resulta patético que, a mis cuarenta y un años, haya reaccionado peor que una joven de veinte. Todo esto debe de responder a la famosa crisis de los cuarenta, porque, de otra manera, no tiene explicación…

…Estoy pintándome desnuda de cintura para arriba. Tumbada boca abajo, vestida tan solo con unos vaqueros. Reconozco que los ojos que me he dibujado no me gustan. La tristeza parece haberlos invadido, delatan un profundo vacío en mi interior. La sensación de que la vida pasa demasiado rápida se ha colado entre mis pensamientos. Noto como si ya supiera lo que va a ocurrir mañana, pasado mañana y al otro. ¡Eso me aterra! La monotonía me mata…

… He quedado a las ocho de la noche en Pintor Rosales. Andar cerca del parque del Oeste con poca luz me pone bastante nerviosa (desde pequeña tengo algo parecido a una fobia a la oscuridad. No lo puedo evitar, al anochecer me vuelvo muy miedosa). El encuentro se va a producir casi de noche. Pienso que debería haber quedado con él a otra hora, pero ya no puedo dar marcha atrás...

…Aunque estoy muy nerviosa. ¿Me estaré equivocando con todo esto? Llevo todo el día pensando en Z. Nunca antes había sentido este nudo que tengo en el estómago. No acierto a describirlo, diría que tengo como un pellizco que me impide comer, hablar con la gente y hasta respirar con naturalidad. Estoy agitada. La sola idea de volverle a ver, y a solas, me tiene completamente alterada.

Por otro lado, pienso que es algo infantil. No tiene sentido que una mujer como yo, con la vida hecha, se encuentre en una especie de paranoia más propia de adolescencia que de la madurez. ¡Ya falta menos para la cita!...

…Estoy en una nube. No podía ni imaginarme que el cielo y la tierra se juntasen en un solo instante. Mientras caminaba hacia su encuentro dejé de tener miedo. Al andar, el frío y mi perfume- mezcla de jazmín y de hierbabuena- se daban la mano. Llegaba algo tarde y me sentía más preocupada por eso que por los ojos que pudieran estar observando nuestro encuentro.
“¡Estás casada!”, me repetía a mi misma una y otra vez. Resonaban mis pisadas en el asfalto gris del paseo de Rosales. Me hacía feliz la coincidencia de que nuestra primera cita tuviera lugar allí…


…iba acelerada andando por una de las grandes aceras hacia la casa de Valencia. Hubo un momento en que dudé si darme la vuelta o no. Fueron segundos que rápidamente se esfumaron cuando le alcancé a ver de espaldas. Allí estaba puntual, fumando y mirando el reloj. Me crucé de acera. Sentía vergüenza de hacer todo el largo recorrido mirándole. Más que nada por si se daba la vuelta y nuestras miradas se quedaban entrelazadas. No hubiera sido capaz de seguir andando. Cuando ya faltaba poco crucé de nuevo. Mis pisadas en la noche se oían con más intensidad, Z se dio la vuelta. Esbozó una sonrisa y comenzó a caminar para salir a mi encuentro. Empecé a pensar que mis rodillas iban a doblarse en cualquier momento. Ya estábamos uno al lado del otro. Fui a saludarle, pero mi palabra quedó ahogada con un beso. Resultó un asalto, un maravilloso atropello que no esperaba. Fue tan largo y tan intenso que perdí un pendiente en la intensidad del abrazo…

…Desapareció el tiempo, la noche, el frío, los transeúntes, los coches…todo. El beso borraba el entorno y centraba nuestra atención en la boca, los ojos, el aroma a vainilla, que otra vez lo envolvía todo. Hubo mucho de mágico en el encuentro cuando mi perfume y el suyo se confundieron. Parecíamos amantes que se encontraban después de mucho tiempo sin verse. En realidad éramos dos extraños que prácticamente acababan de conocerse y que se atraían de una forma instintiva, casi animal.

Yo no me atrevía a pronunciar una sola palabra. Por otra parte, no hubiera sabido que decir. Cualquier frase habría estropeado, minimizado el momento más extraordinario que había vivido en toda mi vida. Y allí seguía perdida, colgada de un sueño, deseando prolongar ese momento y hacerlo infinito…

… De repente, un sentimiento terrible de culpa se apoderó de mí. No se me ocurrió otra cosa que mirar hacia el suelo y buscar mi pendiente, mientras con una mano me atusaba el pelo, que andaba ya totalmente descolocado. Me sentía muy mal pero, a la vez, aquella experiencia me parecía un regalo que me hacía la vida de forma inesperada...


seguirá...

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